Pecados respetables

Pecados inapropiados

“Dios está en contra de los orgullosos, pero a favor de los humildes” Santiago 4:6 NVI
1. Ingratitud
  • “Jesús siguió su viaje hacia Jerusalén, y tomó un camino que pasaba entre la región de Samaria y la región de Galilea. Cuando entró en una aldea, salieron a su encuentro diez hombres que estaban enfermos de lepra. Sin embargo, se quedaron un poco lejos de Jesús y le gritaron: ¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros y sánanos! Jesús los vio y les dijo: Vayan al templo, para que los sacerdotes los examinen y vean si ustedes están totalmente sanos. Y mientras los diez hombres iban al templo, quedaron sanos. Uno de ellos, al verse sano, regresó gritando: «¡Gracias, Dios mío! ¡Muchas gracias!»  Cuando llegó ante Jesús, se arrodilló hasta tocar el suelo con su frente, y le dio las gracias. Este hombre era de la región de Samaria. Al ver eso, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿No eran diez los que quedaron sanos?  ¿Por qué sólo este extranjero volvió para dar gracias a Dios?» Luego Jesús le dijo al hombre: «¡Levántate y vete! Has quedado sano porque confiaste en mí.» Lucas 17:11-19 TLA
  • “Y den gracias por todo a Dios el Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.” Efesios 5:20 NTV
  • “Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús.” 1ra Tesalonicenses 5:18 NTV
2. Orgullo
  • “Sin embargo, ¡ese es el momento cuando debes tener mucho cuidado! En tu abundancia, ten cuidado de no olvidar al Señor tu Dios al desobedecer los mandatos, las ordenanzas y los decretos que te entrego hoy. Pues cuando te sientas satisfecho y hayas prosperado y edificado casas hermosas donde vivir, cuando haya aumentado mucho el número de tus rebaños y tu ganado, y se haya multiplicado tu plata y tu oro junto con todo lo demás, ¡ten mucho cuidado! No te vuelvas orgulloso en esos días y entonces te olvides del Señor tu Dios, quien te rescató de la esclavitud en la tierra de Egipto.  Deuteronomio 8:11-14 NTV
  • “Una vez, Jesús estuvo hablando con unas personas, de ésas que se creen muy buenas y que siempre están despreciando a los demás. A éstas, Jesús les puso este ejemplo: Dos hombres fueron al templo a orar. Uno de ellos era fariseo y el otro era cobrador de impuestos. Puesto de pie, el fariseo oraba así: “Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres. Ellos son ladrones y malvados, y engañan a sus esposas con otras mujeres. ¡Tampoco soy como ese cobrador de impuestos!  Yo ayuno dos veces por semana y te doy la décima parte de todo lo que gano.” El cobrador de impuestos, en cambio, se quedó un poco más atrás. Ni siquiera se atrevía a levantar la mirada hacia el cielo, sino que se daba golpes en el pecho y decía: “¡Dios, ten compasión de mí, y perdóname por todo lo malo que he hecho! Cuando terminó de contar esto, Jesús les dijo a aquellos hombres: Les aseguro que, cuando el cobrador de impuestos regresó a su casa, Dios ya lo había perdonado; pero al fariseo no. Porque los que se creen más importantes que los demás, son los menos valiosos para Dios. En cambio, los más importantes para Dios son los humildes.»” Lucas 18:9-14 TLA